Historias de la Football League.
William Foulke
Por Fernando Marino
Nuevo capítulo de la historia del fútbol en Inglaterra. Para celebrar la decena de entregas (?), LR!
les regala la historia de un grosso. Tan grosso, que es Récord Guiness.
Se trata del jugador más pesado en la historia del fútbol. Recibamos
con un aplauso a William “Fatty” Foulke.
William Henry Foulke
nació el 12 de abril de 1874 en Dawley, Shropshire. Con los años, su
estatura iría sobrepasando la media. Largo y robusto. Dueño de una
fuerza bruta y una agilidad llamativa para su longitud corporal, era el
niño con el que nadie se quería pelear a la salida del colegio (?).
Pasaba sus tardes jugando al fútbol y al cricket. Llegaría a ser (dicen)
un gran jugador profesional de este último deporte. Pero ganaría
celebridad como futbolista.
Pasada su adolescencia, medía 1.93 metros. No era una estatura normal
para un jugador de fútbol. Pero su agilidad lo favorecía. Comenzó
jugando de delantero en equipos amateur. Se ve que no la embocaba mucho,
porque de un día para el otro lo mandaron al arco. Y ahí sí demostró
condiciones. El rumor de que en Dawley había un potencial arquero
estrella llegó a gente del Sheffield United, que fue a verlo y no dudó. Le ofrecieron 20 libras y se lo llevaron.
Debutó allí el primero de septiembre de 1894, a la edad de 20 años. A
partir de ese momento, sólo se perdería cuatro compromisos en cinco
temporadas. Comenzó a ser considerado como uno de los mejores arqueros
del Reino Unido. Y tenía una característica que lo hacía diferente a
todos los buenos arqueros de ese momento: Foulke ya acusaba tres dígitos en la balanza. Era (y sería por siempre) un arquero de una contextura física jamás vista.
Adivinen cuál es Foulke…
Pese al evidente sobrepeso, William era ágil. Lo cual, sumado a su
tamaño, lo volvía casi invulnerable. Entre otras virtudes, se lo
describía como insuperable desde el tiro penal. También tenía la curiosa
habilidad de rechazar con los puños más allá de la mitad del campo,
además de poseer una patada violenta capaz de hacer llegar la pelota de
un arco a otro sin picar. Imposible en el juego aéreo. En una época
donde la carga sobre el arquero estaba permitida, se le colgaban de a
cinco o seis tipos (!), pero no podían evitar que atenace cada ollazo
que caía sobre el área. Y así como los rivales podían cargar sobre el
arquero, éste también tenía vía libre para el topetazo (?). Foulke
explotaba eso, atemorizando a los delanteros rivales mientras salía a
buscar las pelotas casi hasta el punto del penal, sin importar quién se
le ponga adelante.
Antiguas bitácoras (?) periodísticas cuentan que en un partido contra
el Liverpool, George Allan, delantero de los “Reds”, trató de
intimidarlo mediante un topetazo en el área chica. No logró moverlo,
aunque sí lo hizo calentar. William lo tiró al piso, lo tomó de una
pierna y lo levantó, dejándolo suspendido en el aire como si se tratara
de una tira de asado exhibiéndose en una góndola del súper (?). Fue
hasta el banco rival, donde estaba el coach del Liverpool, se lo alcanzó
y le dijo: “cuidalo un poquito más”.
“¿Qué hashé’ nene? ¿Vo’ queré’ morir en eshte ishtante?”
Además de irascible, era algo provocador y polémico. Se dice de él que fue uno de los precursores en el arte de hacer tiempo.
Agarraba la pelota, se tomaba su tiempo para buscar la mejor zona para
ubicarla, daba unos pasos atrás, se clavaba un morcipán (?) y sacaba.
Campestrini, eternamente agradecido (?). Otra de las tácticas de estirpe
bidonera (?), era la de colgarse del travesaño. Literalmente (!). Si
venía un remate elevado, tiraba del caño horizontal para abajo,
achicando así el arco y aumentando las probabilidades de que la pelota
se vaya desviada. Todo esto sin (?). Cuenta la leyenda que una vez tuvieron que suspender un partido porque Foulke se colgó del travesaño y lo quebró (!).
Volviendo a sus años dorados en Sheffield, en total, ocupó el arco de los “Blades”
por once años, redondeando 299 partidos. Guió a su equipo a su primer
campeonato de liga en 1897 (donde alcanzaron el mejor récord defensivo) y
a tres finales de FA Cup (1899, 1901 y 1902), de las cuales ganarían
dos.
En la final de 1902 contra el Southampton, le empatan al Sheffield
faltando dos minutos para finalizar el partido. Foulke creyó que era
injusto validar ese gol y, una vez pitado el final, se fue encima de los
jueces. Para que se den una idea, a Willie ya le decían “Colossus” o “Leviathan”.
No se sabe cómo, pero lograron calmarlo y lo metieron al vestuario. De
un momento para el otro, su temperamento se fue comprar puchos al kiosco
(?) y salió corriendo totalmente desnudo (!) a increpar a los jueces
nuevamente. El referí, Tom Kirkham, viendo que la montaña de carne se le
venía encima, se encerró en el cuarto de los productos de limpieza,
mientras que a Foulke se lo llevaban entre varios oficiales.
Pese al pequeño desliz (?), no fue suspendido y le permitieron estar
presente en el partido replay. Terminó siendo clave para que los “Blades”
ganen el partido. No sólo despejó cada ataque del rival, sino que
también, un rechazo suyo sirvió de asistencia para que George Hedley
abriera el marcador a favor del Sheffield. Pero el colesterol obstruiría
las arterias por donde circula la gloria (?).
La progresión de Foulke: aunque no lo crean, el de la izquierda es él. No es photoshop (?). Es una imagen en su primer año como profesional. Ah, las otras dos imágenes tampoco son photoshop (?).
Inexorablemente, William seguía engordando. Y esto afectaba
negativamente su rendimiento. Sus actuaciones eran inversamente
proporcionales a su peso. Ya le era imposible detener los disparos
rasantes. Los hinchas lo hostigaban continuamente. Una derrota 7 a 1
frente al Bury le mostró las puertas de salida. En 1905 bajó a la
Division Two.
El Chelsea lo adquirió a cambio de 50 libras. Fue capitán de los “Blues”,
donde atajó 34 partidos, en los que detuvo diez (10!) penales. Pero la
agilidad ya no la tenía. El técnico del Chelsea buscó resucitarlo por
otros medios: en todos los partidos, ubicaba detrás del arco a los dos
niños alcanzapelotas más pequeños con el fin de agigantar aún más la
figura de Foulke y, así, asustar a los rivales (!). Nada de esto
funcionó. Para colmo, lo acusaban de llegar una hora antes al desayuno,
donde se comía lo de sus compañeros.
Al año siguiente, marcha al Bradford City. Llega con 165 kilos.
Tal era su sobrepeso que, en un partido contra el Accrington, salió al
campo de juego con un buzo de igual color al de sus rivales. El inicio
del partido se demoró mucho ya que debía cambiarse la vestimenta, pero
no encontraban una que le quepa. Lo terminaron envolviendo en una sábana
blanca (!), la cual ajustaron con una faja. Bradford ganó 1 a 0 y
Willie no se tiró al piso en todo el transcurso del partido. Cuando le
preguntaron si no se había revolcado porque le quedaba incómoda la
improvisada vestimenta, “Fatty” respondió: “La sábana estaba muy limpia. Era una lástima ensuciarla”. Con esa declaración de crack, abandonaba el deporte.
Única vez que se sacaría una foto con el “Red Cap”
Jugó un solo partido para la selección inglesa. Fue en 1897, en un
triunfo por 4 a 0 sobre Gales. Extraña que no haya jugado más, dadas sus
grandes actuaciones en Sheffield. Se cree que la Football Association lo consideraba no idóneo para el deporte (por no decir, desagradable), ergo, todo seleccionador tenía prohibido convocarlo.
Moriría en Sheffield a la edad de 42 años, sin un mango. El
certificado de defunción delató una cirrosis. Se decía que murió a causa
de una neumonía contraída en una piscina en Blackpool, donde él era el
centro de atracción de un espectáculo llamado “Vence al arquerito”.
Afortunadamente para su dignidad (y lamentablemente para nuestros
lagrimales), varios biógrafos refutaron inmediatamente dicha hipótesis,
argumentando que no existe un fundamento válido para aseverar la manera
en la que nuestro “Fatty” falleció.
Para recordarlo con una sonrisa, encuadraremos una frase que siempre
repetía cada vez que le preguntaban si era el blanco de las cargadas en
el plantel:
“No me importa cómo me llaman mis compañeros de equipo… sí me jodería que me llamen tarde para la cena.”
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